sábado, 29 de agosto de 2009

El diseño industrial debe ser congruente

Muchas veces he escuchado que tal o cual persona, tiene talento para esta carrera y no puedo evitar pensar que dicha observación es inadecuada. No hay carrera o área que sea constituida en base a “talentos”, sino en prácticas e investigación.

Hoy en día el diseño industrial gira en torno a lo que creemos como un talento de concepción de la formada y no hay nada más lejos de la realidad. Si bien el diseño dependiera de un talento, no sería un talento nato y casi sagrado, sino una habilidad que todas las personas poseen: La observación crítica y analítica; todos nacemos con dicha habilidad pero sólo los grandes genios son capaces de usarla con impecable maestría.

Hemos mal planteado la palabra “diseño”, hoy un objeto que tiene diseño es aquel que es hermoso, estético, y que se enaltece a si mismo. En tiempos anteriores el diseñar implicaba trazar planes, métodos y sistemas para lograr obras de ingeniería y producción con tal eficacia y elaboración que el objeto o monumento eran apreciados por si mismos hablar de diseño como una característica de forma o función es un error, como confundir dos palabras.

Me explico así, el diseño tiene el sentido mas puro de su palabra, crear sistemas que encuentren y solucionen problemas, es increíble ver que en televisión, hablan del buen diseño como aquel sublime objeto que es cuasi perfecto. El diseño no necesita de estética, ni de una función comprobada, requiere de pensamiento, análisis, que evoque nuestros sentidos al encontrar coherencia entre el objeto y el usuario. De inmediato viene a nuestra mente la palabra ergonomía como mediadora entre ambos; pero, ciertamente la ergonomía más que una amiga puede resultar la más traicionera. ¿Cuan sanos serán los objetos más ergonómicos?, ¿Fomentarán el conformismo y la flojera? Dejemos de lado los beneficios, entremos en la otra cara de la moneda, la disminución del esfuerzo humano al grado del sedentarismo, y la perdida del contacto con la naturaleza, “estar a la mano o no estar a la mano” he allí el dilema. Vemos que hoy en día aparecen objetos que disminuyen considerablemente el trabajo, casa a nulo, se destruyen destrezas, decaen habilidades y se pierde inteligencia, facilitar demasiado las cosas también es malo, a largo plazo, habrá problemas de obesidad, perdida de masa muscular y como consecuencia, enfermedades de corazón y colesterol por ejemplo.

El mundo ha cambiado, el diseño también, después de todo es “renovarse o morir”. Pero el éxito del producto no puede estar siempre determinado por la alta tecnología, la belleza ni la ergonomía; estará determinado por la congruencia y ¿Cómo se logra tal estado? Por medio de la observación y sólo hace falta remontarse a Leonardo Da Vinci, el gran diseñador y aunque la congruencia no este en la agenda de diseñadores, y empresarios, es la verdad incomoda que al ser omitida tiene al mundo como está. Da Vinci diseñaba según sus tiempos contemplando materiales, física, mecánica, matemáticas y lógica, si bien sus diseños no se lograron en su momento, se ha comprobado que eran buenos y que funcionaban. Da Vinci era un gran observador y si sus ideas se hubieran realizado todas, la edad industrial habría empezado tempranamente.

Lo industrial es una característica de esta carrera; producir en masa, es una gran responsabilidad mas con el mundo, que con la empresa. La tendencia hoy en día es acercarse a la ecología y a lo natural, pero puede lograrse cuando la tecnología es tan seductora. La ética y la moral deben estar presentes en el diseño industrial así como la observación, las cosas hoy cambian la esteticidad no se conserva en el ornamento ni en la figura sino en la belleza propia del objeto; el objeto por el objeto; y es la esta esteticidad nueva que es la congruencia entre el usuario y el objeto.

El diseño industrial ya no esta en pañales, pero ha llegado a la adolescencia y definirse parece costarle. Es entonces la responsabilidad de todos guiar a esta carrera hacia un buen termino en que arte y ciencia se mezclan graciosamente develando u n producto congruente y por lo tanto exitoso.

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